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Todo por un simple pizarrón.

¡No lo puedo creer! Sus ojos se llenaron de lágrimas y todos los alumnos la miraban sorprendidos.

¡Nunca me imaginé que me iba a pasar esto Roberto!

Como todos los jueves a la tarde, Roberto se proponía que sus alumnos del secundario atendieran la clase del día. Explicación va, explicación viene, pregunta va y pregunta viene, todo estaba quedando claro. A veces el Derecho no es una asignatura que atraiga a chicos de 17 años a pesar de la importancia que esta tiene. (lo dice una ex estudiante de Abogacía y que alguna vez tuvo 17! 😛  ).

El tema del día era la Patria Potestad y para la sorpresa de Roberto un grupito de alumnos habían leido algo en sus casas por lo tanto los 90 minutos obligatorios se estaban haciendo amenos y hasta dinámicos.

Cuando la profesora de Historia irrumpió en el salón de clase a los gritos nadie, absolutamente nadie comprendía cual era la causa de su malestar.

-¡Creo que me va a dar algo al corazón!

Alumnos: ………………

Roberto: ………………..

¿No te da verguënza tratarme así?  ¿Cómo vas a tratarme de puta?  Palmira Puta…¡no podés Roberto!.

En el pizarrón, escritas con tiza blanca se leía P.P .

A veces el uso del material didáctico no es el correcto 😀

Cositas que pasan dentro de los centros educativos. Ah! Por cierto esta historia es real y ocurrió haca más o menos veinte años. Roberto es mi padre y Palmira (la puta …je je) fue mi profesora años más tarde. 

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Una cuestión de calidad.

Había una vez en un centro educativo cuyo nombre no quiero recordar, una profe llamada “Glady”. Ella era una señora muy elegante, es más, destilaba por los poros elegancia y glamour.

Cuando llegaba la hora de entrar a clase y ella venía caminando por el pasillo del instituto, no había nadie que no notara su presencia. Cabello impecable.Maquillaje impecable. Ropa y calzado impecable. Accesorios impecables.

Entraba al salón de clase, pasaba la lista y comenzaba…a preguntar quien había preparado la clase. Ella…no tenía idea. Pero no tenía idea de NADA.

Recuerdo una oportunidad en que sentada en su escritorio junto a un compañero de clase (no alcanzaban las sillas) se puso a comentar algo sobre el tema a tratar ese día. ¡Milagro! Pensé. Y el milagro duró poco.

Dijo tres o cuatro pelotazos y mostró algunas láminas que tenía en una revista de escolares y dijo una de las frases que la hizo popular: “Esto es calidad. No cualquiera da información con tres materiales distintos”.

First “Glady”: Lo tuyo no era información, eran divagues.

Segundo: ¿Una revista para escolares se considera material de estudio en un centro educativo de nivel terciario ?

Tercero: Si te tuviera en frente ahora te diría que reconsideraras el concepto de calidad. No, mentira. En realidad si te tuviera en frente… este..mmm….nada. 😀

 

 

 

 

 

 

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Decadencia en el aula: asunto de unos cuantos.

Hay personas que nacieron para ser docentes. Me saco el sombrero por ellos. Son los maestros o profesores que asumen con responsabilidad su tarea. Saben de la importancia que tiene la labor que ejercen. Y sobre todo saben de responsabilidades. Responsabilidades que van desde saber que tienen que seguir estudiando, que hay que planificar las clases se quiera o no se quiera, que hay que corregir pruebas los fines de semana, animar cuando quizás debieran  ser ellos los animados, soportar quejas de alumnos y padres….saben que de todo eso aprenden y así cada día se van haciendo mejores docentes.
Son esas mujeres y esos hombres que no llevan sus problemas al aula. Son los que ganan una miseria.
Seguramente se me olvidan otras cosas…sé que son mucho más y que hacen mucho más. De esos tuve pocos en el transcurso de mis pasos por las aulas, sin embargo por algo, sea mucho o sea poco, me marcaron. No son fáciles de olvidar y a veces se aprecian a distancia.

Lamentablemente están los otros. Los que son docentes porque se les vino la idea a la cabeza vaya a saber uno por qué. O porque piensan que es algo fácil y lo toman como eso, una opción válida sin darse cuenta de todo lo que implica y sobre todo, los sacrificios que la tarea docente trae consigo.
Los hay porque no tienen la posibilidad de estudiar lo que quieren porque el bolsillo no da y listo y se dedican a enseñar (perdón, debí decir que intentan enseñar, ya que los que realmente se dedican , son los otros). Sea por estas u otras circunstancias, es que encontramos a esos “docentes” que se creen importantes…
En el aula, los alumnos son los que debieran ser considerados importantes. Son ellos quienes deben ser educados. Ese aire de superioridad que sale por los poros de estos docentes me da asco. Es fácil derrochar poder cuando es evidente que se tiene. Un tipo o una tipa de veinte y tantos años o más frente a niños y adolescentes están en diferentes condiciones, ya sea considerando los años de vida como las diferentes experiencias que esos mismos años les han dado. Es patético hacer alarde de eso ya que no viene al caso y no reciben un sueldo para eso. Son esa clase de personas que comentan a viva voz, a feliz voz, que sus alumnos los miran con miedo o que temen sus pruebas o que ni hablan en clase porque tienen miedo por las sanciones que ponen.
Yo me pregunto si no es mejor alardear del progreso de los alumnos en la materia que se dicta, o del mejor comportamiento de tal o cual…Porque soy sincera también, en estos tiempos muchas veces hay que darle más importancia a otros aspectos educativos que no tienen relación directa con una asignatura en particular. Sin embargo, estoy segura que un buen docente puede integrar ambos aspectos.

Cuando se habla del mal comportamiento de los chicos en las aulas, no ignoro esa realidad y tampoco la niego. Sólo me molesta que todo se centre en la supuesta mala actuación de estos. A veces, quiénes tienen en frente,  en sus centros educativos, dejan mucho que desear. Muchísimo que desear en algunos casos. Y todo queda encerrado y oculto en esas cuatro paredes que en el caso de la educación pública, tanto vos, como yo, pagamos.

Cuando hablamos de la decadencia del sistema educativo, de las aulas, hay que aprender a mirarse un poquito…digo, si sos maestro o profesor ¿vos no colaborás?. Pensalo.

 

A mi querido “Teacher” que me hizo ver al mundo con los ojos más abiertos y con más compromiso y a la maestra “Nené” que sabía que a veces con el silencio también se dicen cosas.

 

                                            

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O sea…Ale.

Hace algunos años tuve la suerte de conocer a Alejandrina. Nombre rarito el de esta profesora de filosofía. Bueno, Ale era profesora de filosofía pero por esas cosas del sistema educativo, cuando yo la conocí, daba una materia que se llamaba algo asi como Planificación de Centros Educativos.

Con sólo verla, te dabas cuenta que la pobre mujer no sabía ni planificar los horarios de trabajo pero…¡ vamo’ arriba que con esfuerzo se puede cambiar! ¿no?.

Y apostamos a que a la segunda clase Ale dijera algo coherente. Y pasó esa y otra clase, y otra y pasaron los meses y nada. Evidentemente la coherencia no se adquiere. Uf! Soné! Me acabo de dar cuenta que no hay esperanza para mi! En fin…

Sin embargo, a pesar de lo anterior, no era la incoherencia lo que caracterizaba a Ale. Ella tenía una particularidad. Una particularidad que no he visto en nadie más. Mejor dicho, que no he oído en nadie más.

La profe de Planificación era capaz de repetir más de 100 veces por hora lo siguiente: «o sea, justamente». Y lo usaba para todo. A modo de ejemplo: «Buenas tardes. Hoy, como en la clase anterior, o sea…justamente, veremos o sea, el mismo tema. Como vimos justamente, o sea, es de suma importancia el tema de o sea, la organización dentro del centro educativo…eh…este….o sea,¿alguien me puede o sea, decir algo al respecto?

O sea, justamente, nadie sabía nada porque esta mujer desmotivaba a cualquiera. Claro que con su particularidad nos hacía matar de la risa. Doy fé de que la reiteración superaba las 100 veces por hora ya que personalmente y junto con un compañero tomamos nota del asunto.

Lo patético es que este ser, daba clases en un centro de enseñanza de nivel terciario. O sea, preparaba a futuros docentes…bueno, le pagaban para hacerlo que es muy diferente a la realidad.

No aprendí nada y no por el hecho de contar sus estupideces sino porque ella no tenía la menor idea del programa ni como encararlo. A no olvidar que era profesora de filosofía.

Cositas que pasan ¿no? Yo entiendo que hay que ganarse el pan. Ahora, esto era robarse el pan.

Hace unas dos semanas me encontré con una compañera de aquellos años y me comentó que en estos momentos Alejandrina es directora de un centro educativo de nivel secundario. Y dicen que le va bien. Claro, salvo que aún hoy se la pasa diciendo su famoso «O sea, justamente».

Pensar que esta gente luego emite juicios de valor con respecto a otras personas y no saben ni hablar!!!

Para terminar (esta especie de desahogo…yo me la banqué 6 meses a esta mujer!!!)no quiero dejar de recordar dos frases que han quedado marcadas en las mentes de mis compañeros y en la mia propia (o sea, además del o sea justamente): «Se casó con un alto del CO.DI.CEN» (haciendo alusión a una compañera suya que contrajo matrimonio con un empleado que tenía un cargo de bastante responsabilidad, no que tenía una estatura que se destacara). Y otra: «Las libretas se han universalizado» (refiriéndose a que en la actualidad las libretas de actuación del alumno se utilizan en todos los centros educativos y no es que haya una especie de invasión mundial de libretas de vaya a saber uno de que tipo).

Ale, una profe común como la que pudiste conocer vos… o sea, justamente!.

 

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